Cartel para la Muestra Estudiantil "RANURAS"



Crear una imagen visual implica abrir una brecha para permitir a quien la observe acercarse a nuestro universo personal, nuestro interior, nuestra forma de sentir el mundo. Los estudiantes del corte A-2011 de las materias Sistemas de Impresión y Lenguaje y Comunicación tuvieron el agrado de permitir al público merideño de echar un vistazo por las ranuras de su ser, distintos puntos de vista plasmados en Grabados y Máscaras de diversos temas, como infinitas realidades.

Invitación



Texto inspirado en la exposición por la Profesora María Ines Carvajal Ekman de Lenguaje y Comunicación:

Algo pasó hoy, a las 3:33 de la madrugada (conocida por muchos como hora del diablo, pero que realmente es momento de magia verdadera, de la que no necesita magos), cuando se evaporó de la sala del museo el último hálito de quienes se pasearon por ella durante la inauguración. Las sombras detenidas de rostros que colgaban del techo proyectaron a una vez un único, pausado pero metódico movimiento, pues se viraron a la derecha y se quedaron mirando, desde el vértigo de sus ojos vacíos, hacia el sitio de donde provenían ruidos de maderas que crujían en su intento por mantenerse en equilibrio. Todas, sin excepción, inclináronse con ese gesto que otorga el intento de entendimiento, pero sólo el arlequín, burlón y tintineante, atinó a la estampa de la cabeza ausente, cuyo cuello -como tallo de campanilla- se doblaba continuamente en su lucha por no rendirse al sueño. Todos supieron entonces que no podrían seguir durmiendo, pues el crujido resonaba en el silencio nocturno como el propio caballo de Troya ardiendo tras la acometida aquea. La primera fue Mercedes, que haciéndole ojitos a Susi, se escapó sin más para tratar de consolar a la chica pop de Lichtestein; cuando Susi llegó, con los dedos aún pringosos de su festín, ya los demás estaban advertidos de que aquello era posible. Las máscaras temblaron en su sopor de nylon: una multitud de colores reptó entre la fina ranura que cerraba los vidrios y los marcos negros, y alcanzaron libres la noche. Al principio, eufóricos, se entremezclaban en densidades cromáticas imposibles; luego, más serenos, se hermanaban, se apareaban, danzaban… Mientras las criaturas aladas -mariposas, libélulas, aves de rapiña incluso- sostenían dulcemente a la anciana de los hombros para que no tropezara, los otros jugueteaban, gozando voraces de su libertad: los paisajes se intercambiaban de lugar argumentando que necesitaban nuevas perspectivas, los conejos y el venado roían las esquinas de las fichas técnicas, los místicos tertuliaban con el árbol de la vida en torno a sabios y sabidos consejos... (El travieso CyClon incluso llegó a asomarse al pasillo, escapando por la mínima ranura de la puerta de la sala, pero decidió volver en la certeza de que esa mole silente de concreto no ofrecía a su espíritu más que frialdad y oscuridad, opuestos a su naturaleza festiva). La algarabía era mucha, pero en medio de ella finalmente la cabeza ausente alcanzó el sueño y soñó que dejaba de ser hechizo de paredes y cuadernos porque habitaba un cuerpo real, con locomoción sin maderas que podía sudar y sangrar. Como si un secreto hubiese sido revelado a cada uno, entre máscaras y estampas hervía la certeza de que aquello era sortilegio exclusivo de madrugada de apertura, y que por tanto no podría repetirse. Entonces los juegos se volvieron más lúcidos y rítmicos, más encantadores. “En un minuto…”, anunció sobriamente la máscara de las mil palabras, “…todo acabará”. Su voz retumbó en la estructura, y su eco flotaría en el aire de aquella sala por largo tiempo retenido en la argamasa de las paredes blancas, en el brillo de las baldosas. Entonces cada uno volvió, apacible, a su lugar (la máscara con manos, que había trepado la fina cuerda que la sostenía y oteaba encantada la fiesta desde arriba, se dejó caer en un templón resignado). Y cada uno, ya en su sitio, dedicó aquel último fragmento de vida a recordar la idea que le dio forma y a amar intensamente a su creador.


Simón Gabay

Graduado de Diseño Gráfico en el Instituto de Diseño Perera y cursando la licenciatura en Artes Visuales de la Universidad de Los Andes, con 10 años de experiencia en distintas áreas de la comunicación visual como identidad corporativa, diseño publicitario, ilustración, concept art, animación y motion graphics.